Mi papá se regresó a su casa el domingo en la noche con la intención de regresar más adelante esa semana, Karin y los niños se fueron también el domingo en la tarde.
El lunes en la mañana decidimos visitar el Choco Museo en Antigua. ¡Fue una experiencia fascinante!
A mis chapines no necesito decirles que el cacao lo descubrieron los mayas, ni lo importante que fue en esa cultura. Si ustedes no sabían eso, les recomiendo que vayan a uno de los museos del chocolate en la Antigua. No se van a arrepentir.
Todos probamos moler cacao en la piedra de moler. ¡Y descubrí el té de cacao! No puedo creer que he vivido toda mi vida sin té de cacao.
Después del tour fuimos a comer a Pollo Campero. ¡Seis años de esperar este momento!
Y mientras me disfrutaba mi pollo, ¿cuál va siendo mi sorpresa cuando veo entrar un par de niños cuyos rostros se me hicieron muy familiares?! Detrás de ellos venía Skarlett, una de mis excompañeras del San Patricio. ¡Qué grata sorpresa fue encontrarla y platicar un poquito!
Para regresar a la casa nos dividimos. Ben y Benny se fueron a comprar unas cosas a la Bodegona y el resto empezamos el regreso a la casa. Como se ve en la foto, ya venía una tormenta y nos quisimos adelantar.
Las fotos aquí abajo las tomaron las patojas. Disfrutamos la caminata hasta un par de calles antes de la casa, cuando ya empezó a llover. Resolvimos mojarnos y disfrutar la aventura. Debo mencionar que un muchacho que venía caminando en la dirección opuesta, al verme con Sebastián en el cargador, se nos acercó y me ofreció acompañarnos con su paraguas. Muy buen detalle el del muchacho, pues obviamente tendría que ir en la dirección contraria. Pero ya estábamos mojados y nos quedaba tan poco trayecto que le agradecí el detalle y seguimos sin paraguas.
La calle donde estábamos se hacía un río cada vez que llovía y los niños no dejaron de disfrutar la lluvia.
Para terminar la noche, mi mamá me hizo otro antojito: Enchiladas.