Descanso y hamburguesas -- 11 Día

Después de las aventuras del día anterior, sabiendo que teníamos planes de pasar el día siguiente en la ciudad, decidimos quedarnos tranquilos en casa y salir a caminar para cenar. Cenamos en un lugar de hamburguesas de esos que uno ni se imaginaría pero que no decepciona con la buena comida.

Las bebidas eran la sensación.  Como el agua embotellada habría que comprarla, los niños disfrutaron de tomar gaseosa en todas partes.

Las bebidas eran la sensación. Como el agua embotellada habría que comprarla, los niños disfrutaron de tomar gaseosa en todas partes.

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No se dejen engañar por los rostros aparentemente apacibles, no hay foto del vaso que quebramos, o de las correcciones de actitud cuando las órdenes de hamburguesas no llegaron como se pidieron.

No se dejen engañar por los rostros aparentemente apacibles, no hay foto del vaso que quebramos, o de las correcciones de actitud cuando las órdenes de hamburguesas no llegaron como se pidieron.

Una vez llegó la comida, se guardó la cámara.  Todavía estaba claro.

Una vez llegó la comida, se guardó la cámara. Todavía estaba claro.

Para cuando terminamos de comer ya había oscurecido.

Para cuando terminamos de comer ya había oscurecido.

La caminata de regreso.

La caminata de regreso.

Y una parada para foto en nuestra cuadra.  De paso habrá que ver la cara de Leo…

Y una parada para foto en nuestra cuadra. De paso habrá que ver la cara de Leo…

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A través -- El Noveno Día

En nuestro noveno día en Guate nos dirigimos al sur con destino al Auto Safari Chapín. Pero antes de llegar al destino de paseo, primero atravesamos un valle de sombra.

Camino al Auto Safari atravesamos la devastación que dejo el Volcán de Fuego el año pasado.

La vida y el tiempo en esta tierra son tan… lineares. Aquí íbamos nosotros camino a un lugar de diversión y teníamos que pasar por este tramo de sombra, dolor y tragedia. Del verde abundante de la vegetación que crece a los lados de la carretera, al trajín de camiones y grúas acarreando roca y acero para restaurar el pasaje y de repente uno se enfrenta con este tramo cubierto en arena negra. La desolación y el silencio que se siente —aún en medio del bullicio de la construcción y el tráfico— pintan escenas de contraste. Es como si la tierra estuviera de luto, ajena al trajín que la ocupa y sólo dejándose reparar. Como una víctima en recuperación, deja que la vida siga a su alrededor mientras trata de decidir qué hacer con los trozos que le quedan de sí misma.

Al observar esta mezcla de desolación y reconstrucción se vienen a la mente todas las historias y rumores que flotaron por las redes: las familias que se habían reunido a una comida familiar y que salieron corriendo en grupo para haber perdido a varios de sus miembros en el camino; de gente que salió a trabajar por la mañana y nunca logró regresar ni a la misma casa, ni a la misma familia que dejaron. Tanta tristeza e historias de pérdida y dolor. Estuve muy agradecida por la oportunidad de tener esos cortos momentos de sobriedad elevando oraciones por aquellos a quienes no puedo ayudar y gratitud por la vida, salud y bienestar del que disfrutamos. Seguimos manejando y a través de todo eso y salimos del otro lado donde la luz del sol toca nuevamente las hojas de los árboles. El dolor se dejó atrás, la tierra robusta de vida y gozo, el luto de apenas unos metros atrás aparentemente en el olvido. La vida sigue.

Atravesamos el valle de sombra, persistimos con la mirada en la emoción de lo por venir. ¡Ojalá hubiera sido así de fácil para todos los que atravesaron esa tragedia!

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Y luego el pasaje fue a través de los animales.

¡Las jirafas!! Esas jirafas tienen que haber sido lo más épico de nuestra aventura y —muy probablemente— del viaje entero. Desde que vimos que se podía dar de comer a las jirafas habíamos decidido que íbamos a parar. El año pasado habíamos querido hacerlo en el zoológico en Cincinnati pero las colas eran ridículas, así que aquí no íbamos a desaprovechar. Estacionamos el carro y nos bajamos a estirar las piernas. Compramos nuestras ramitas y fuimos a la plataforma. Éramos sólo nosotros y las tres jirafas.

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Pero el momento que hizo el día vino cuando quisimos aprovechar para una foto familiar con la jirafa detrás de nosotros.

Tratando de apurarnos a posar

Tratando de apurarnos a posar

¡Intercepción de la jirafa!

¡Intercepción de la jirafa!

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¡Sin duda alguna este es un momento que nunca vamos a olvidar! Y Benny se ganó del derecho de presumir su encuentro cercano con una jirafa. ¡Por supuesto, después de reírnos, rápidamente salimos de allí porque no sabemos nada de jirafas y no había nadie que pudiera decirnos si estaba jugando o enojado!

Terminamos la visita en la piscina. Antes de que empezara a llover nos regresamos a cenar temprano. ¡Fue un día excelente!

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Un par de días sin mucha novedad -- (Días 7 y 8)

El martes, (17 de sept) fuimos a la capital. Ben y yo habíamos tenido algunas molestias con algunos dientes así que hicimos una cita con mi tío Polo (primo de mi mamá) que amablemente nos evaluó. Como siempre, Ben no tenía ningún problema y yo terminé anestesiada. Mi tío me hizo una reparación para el mes en Guate. De allí fuimos a la Crepería de la hija de una buena amiga de mi Mamá. Allí me llegaron a ver un par de queridas amigas de la familia de muchos años y también se nos unió la esposa de mi tío (a quién aún no había conocido). El restaurante estaba en el segundo nivel de un mall y había un club de “slime” en el lado opuesto. Ben se llevó a los niños a una hora de hacer slime, Sebastián durmió y yo tuve la oportunidad de hacer la visita. Lamentablemente, se nos olvidó la cámara ese día, asi que no tenemos fotos que compartir de ese día.

Luego de hacer la visita fuimos a la casa de mi tía (esposa de mi tío) a conocer a los perritos de raza Pomerania que ella tiene. Una de mis hijas soñaba con esa raza y tuvimos la oportunidad de que los viera. Saliendo de allí nos encontramos a mi tío. Terminamos la noche esperando que pasara lo peor del tráfico en casa de mis papás.

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El miércoles salimos temprano de la casa para llegar a la iglesia temprano para la reunión de damas donde me habían invitado a compartir. El Pastor Nufio nos dio un tour del nuevo hogar para ancianos que construyeron y nos compartió un poco de su visión para seguir sirviendo a la comunidad.

La casa hogar es muy bonita, llena de luz natural y plantas. Actualmente creo que sirven como 24 ancianitos ( o tienen la capacidad para 24 ancianitos? - se me escapan los detalles) tres por habitación. Cada habitación tiene su propio baño.

Este ancianito vive en el hogar y sirvió en el grupo de Ujieres de la iglesia como por 25 años.

Este ancianito vive en el hogar y sirvió en el grupo de Ujieres de la iglesia como por 25 años.

Como las damas se reúnen entre semana, no habían actividades para los niños. Ben y los niños me esperaron sentados en el patiecito de en frente de la iglesia.

¡Qué honor haber compartido con estas damas preciosas!

¡Qué honor haber compartido con estas damas preciosas!

Después de la reunión de damas, el Pastor Nufio nos llevó a almorzar con su esposa, Hna. Marilyn y Juan Carlos Sagastume, el Pastor Administrador de la Iglesia y un muy buen amigo.

Ben se entretuvo tomando fotos de los niños y tomó unas muy bonitas.

Elena y su vestido favorito.

Elena y su vestido favorito.

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Y logramos conectar con Ana Lucía, la maestra favorita de mis hijos.

Y logramos conectar con Ana Lucía, la maestra favorita de mis hijos.

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Choco Museo y Otra Caminata por Antigua -- Sexto Día en Guate

Mi papá se regresó a su casa el domingo en la noche con la intención de regresar más adelante esa semana, Karin y los niños se fueron también el domingo en la tarde.

El lunes en la mañana decidimos visitar el Choco Museo en Antigua. ¡Fue una experiencia fascinante!

A mis chapines no necesito decirles que el cacao lo descubrieron los mayas, ni lo importante que fue en esa cultura. Si ustedes no sabían eso, les recomiendo que vayan a uno de los museos del chocolate en la Antigua. No se van a arrepentir.

Todos probamos moler cacao en la piedra de moler. ¡Y descubrí el té de cacao! No puedo creer que he vivido toda mi vida sin té de cacao.

Después del tour fuimos a comer a Pollo Campero. ¡Seis años de esperar este momento!

Y mientras me disfrutaba mi pollo, ¿cuál va siendo mi sorpresa cuando veo entrar un par de niños cuyos rostros se me hicieron muy familiares?! Detrás de ellos venía Skarlett, una de mis excompañeras del San Patricio. ¡Qué grata sorpresa fue encontrarla y platicar un poquito!

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Para regresar a la casa nos dividimos. Ben y Benny se fueron a comprar unas cosas a la Bodegona y el resto empezamos el regreso a la casa. Como se ve en la foto, ya venía una tormenta y nos quisimos adelantar.

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Las fotos aquí abajo las tomaron las patojas. Disfrutamos la caminata hasta un par de calles antes de la casa, cuando ya empezó a llover. Resolvimos mojarnos y disfrutar la aventura. Debo mencionar que un muchacho que venía caminando en la dirección opuesta, al verme con Sebastián en el cargador, se nos acercó y me ofreció acompañarnos con su paraguas. Muy buen detalle el del muchacho, pues obviamente tendría que ir en la dirección contraria. Pero ya estábamos mojados y nos quedaba tan poco trayecto que le agradecí el detalle y seguimos sin paraguas.

La calle donde estábamos se hacía un río cada vez que llovía y los niños no dejaron de disfrutar la lluvia.

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Para terminar la noche, mi mamá me hizo otro antojito: Enchiladas.

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Visitas de la familia -- Quinto Día en Guate

Quinto día - el Día de la Independencia - fue domingo. Nos quedamos en la casa dándole descanso a los cuerpos. ¡Es sorprendente cómo sólo dos horas de diferencia pueden afectar el cuerpo y el horario tan drásticamente! Para estas alturas del viaje, los 3 ó 4 más pequeños se estaban despertando a las 4 de la mañana.

Ben se escapó para visitar una Iglesia en Antigua. Tuvo una experiencia interesante porque era un servicio completamente bilingüe. Dice que cantaban un verso de una canción en español y después lo cantaban en inglés. El mensaje también fue compartido con intérprete y la iglesia sin duda tiene la prioridad de estar enfocada a visitantes extranjeros. Fue una bonita experiencia para Ben. Llegar a la iglesia, sin embargo, fue otra historia. Dijo que literalmente se quedó trabado en un grupo de gente sin poder moverse para ningún lado.

Mientras Ben estaba ocupado navegando un mar de gente, yo hice la visita con familia y amigas.

Tres de las hermanas de mi papá, una de mis primas con su hijo, y mi amiga Paula con su mamá me llegaron a ver ese día.

Tres de las hermanas de mi papá, una de mis primas con su hijo, y mi amiga Paula con su mamá me llegaron a ver ese día.

Mis tías, mi prima, su hijo, uno de los hijos de Karin, mis papás y nosotros.

Mis tías, mi prima, su hijo, uno de los hijos de Karin, mis papás y nosotros.

Mi mamá

Mi mamá

Iker, haciéndole honor a su nombre.

Iker, haciéndole honor a su nombre.

La tía Mariel y Victoria

La tía Mariel y Victoria

Nota cultural: aquí en Estados Unidos la familia no se relaciona como en América Latina. Los primos hermanos son sólo primos, y los hijos de los primos, que nosotros consideramos sobrinos, aquí son “segundos primos”. Ninguno de los hijos de los primos de Ben se dirige a él como tío porque se consideran primos. De allí que a menos que los papás de uno tengan varios hermanos y hermanas, las familias no tienen tantos tíos y tías como nosotros.

La tía Mariel, su hijo Cristian y Victoria

La tía Mariel, su hijo Cristian y Victoria

He oído decir que los primos son los primeros amigos que se tienen. En este caso, cabe bien decir que Mariel fue mi primera amiga. Tenemos la misma edad. Yo nací en enero y ella en octubre del mismo año, pero ella iba un año atrás en el colegio. Crecimos juntas. Viajamos en avión por primera vez juntas. Por años pasamos los sábados juntas aplanando Peri Roosevelt o Megacentro, viendo películas, o pasando el rato. Escuchamos, cantamos y bailamos la música de los New Kids on the Block, de Menudo, de Flans, Pandora, Luis Miguel y Timbiriche por nombrar algunos. Nos graduamos del mismo colegio e hicimos las prácticas en la misma oficina (con un año de diferencia - así que prácticamente yo fui su jefe, ja,ja,ja!). Es una mujer bella y la aprecio muchísimo.

Mi mamá y mi tía Giselle, la tocaya de mi Giselle.

Mi mamá y mi tía Giselle, la tocaya de mi Giselle.

De todas mis tías, creo que he tenido la relación más cercana con mi Tía Giselle porque vivió a la par de nosotros por varios años. Mi Tía Giselle es una mujer buena y generosa. Siempre está dando su tiempo, sus habilidades y sus recursos a la gente que ama. Es muy talentosa y creativa y siempre está haciendo más de alguna manualidad. Con los años ha hecho tarjetas para vender, decoraciones y cuanta cosa se le ocurre. Si alguien la necesita, siempre está dispuesta, a cocinar, a cuidar niños, a escuchar, a hablar o sencillamente a acompañar en tiempo de necesidad. Mi Tía Giselle nunca juzga una necesidad, si uno la necesita sólo para que la acompañe a uno al súper, allí está, siempre dispuesta.

Conversando con mi amiga Paula y Doña Julie, su mamá.

Conversando con mi amiga Paula y Doña Julie, su mamá.

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Cuando entramos al San Patricio y el Secretariado todavía estaba de moda, todas éramos nuevas, recién transferidas de los distintos colegios donde muy probablemente habíamos hecho toda la primaria y los básicos. Entre las 19 que habíamos en la clase estaba Paula. No creo haber llegado a saber por qué sólo hizo Cuarto con nosotras y luego se pasó a otro colegio, pero hemos permanecido en contacto y con los años ella se ha vuelto la “coordinadora social” de la clase.

Actualmente trabaja como agente de viajes y se ha encargado de nuestras necesidades de boletos en los últimos años. Sea que hayamos traído a mis papás acá o que hayamos ido nosotros allá, hemos comprado los boletos con ella. También fue ella quién nos encontró la casa donde nos quedamos en Antigua.

Recuerdo a los adultos decirnos de patojas que no hay amistades como las que se hacen en el colegio. Realmente nunca comprendí este dicho sino hasta ahora. Luego de veintitantos años cuando vuelvo a conectar con mis amigas del colegio realmente es como que el tiempo no pasó. Claro, la vida nos ha cambiado a todas, pero en lo profundo, seguimos como si nada. Tus amigas del colegio tienen un conocimiento más profundo de ti, de tu origen, de tu trayectoria y un respeto por hasta dónde la vida ha llevado a cada una. Existe un cariño profundo y leal. Aunque no mantengo una relación súper cercana con todas mis ex compañeras, estoy muy agradecida por cada una y en especial por las que hemos podido mantener cierta cercanía.

Mi tía Chata y su nieto, Cristian

Mi tía Chata y su nieto, Cristian

Es curioso como toda mi vida la he conocido como Tía Chata, pero su nombre es María Elena. No tengo ni idea de dónde le quedó el apodo de Chata pero para mí, ese ha sido su nombre siempre. Su única hija es María Elena. Mi Tía Chata fue quien me llevó en mi primer viaje a Estados Unidos. Iban a llevar a Mariel a Miami y no sé de quién habrá sido la idea de que yo fuera con ellos. A los 7 años de edad viajé con ellos a Miami y experimenté mi primer viaje internacional. También, gracias a que Mariel era hija única, la mayoría de las veces que fui a dormir a la casa de alguien, fue a la (impecable) casa de mi Tía Chata. Mi Tía Chata no habla mucho, pero también es una que le echa la pala a uno cuando y como puede. Cuando mi papá estaba enfermo y se rehusaba a ir al doctor, fue ella quien llegó a ayudar a mi mamá a llevarlo al doctor. Ella es su hermana mayor (mi papá tiene otros dos hermanos mayores que ella), así que hizo uso de esa autoridad para llevarlo al doctor. Eso fue cuando le dio cáncer de cólon (hace más de 20 años).

Antes de que existiera “Monica” de la serie Friends, existió mi Tía Chata. Siempre bromeábamos de que ella limpiaba el plato en el que uno estaba comiendo. Mi Tía Chata es de pocas palabras y a veces severa, pero es muy buena y tiene un lado dulce aunque no le guste admitirlo. También se está recuperando de una quebradura de tobillo hace unos meses. ¡Me dio tanto gusto verla después de ese su accidente!

Mi papá y su hermana menor, mi Tía Paty.

Mi papá y su hermana menor, mi Tía Paty.

Mi Tía Paty es la más pequeña de los 7 hijos en la familia de mi papá. Si tuviera que describirla con una palabra tendría que ser “alegre”. De ella aprendí pasos de baile cuando pasaba noches en su casa de chiquita. Siempre me pareció que tenía una personalidad muy llevadera y alegre. No pasé mucho tiempo con ella más adelante porque se pasaron a vivir al otro extremo de la ciudad, pero siempre que la vi fue alegre.

Mi Tía Paty es una mujer compasiva y siempre parece recibirle los golpes a la vida con gracia. Ella fue quien me ayudó a encontrar el jardín en donde nos casamos cuando estábamos buscando un lugar económico en la Antigua. Es justo decir que es el espíritu más libre de todas mis tías.

Tía Karin y Benny

Tía Karin y Benny

Como he dicho antes Karin ha sido mi amiga más cercana de la niñez. Vivimos a cuatro calles en la misma colonia. Quizás habrá sido la proximidad de nuestras casa, quizás el hecho de ser completamente distintas en personalidad, o quizás sencillamente fue el trato al que llegaron nuestros papás de que los papás de ella nos llevaban al colegio en las mañanas (San Patricio) y mis papás nos regresaban a la casa, pero por lo que fuera nos hicimos íntimas amigas. Ella ha llegado a ser la hermana que nunca tuve.

Sin lugar a dudas la vida y los años se han acuñado entre nosotras en ciertas épocas, pero el lazo que hicimos hace tanto tiempo siempre ha estado allí. Siempre dijimos que viviríamos cerca la una de la otra (…quién quita, nada está escrito en piedra), siempre dijimos que nuestros hijos llamarían Tía a la otra, a veces lo hacen, a veces no, pero entendemos que la familiaridad tiene mucho que ver en eso. Pero de todo lo que dijimos que haríamos, lo que sí hemos hecho las dos es que hemos peleado por esta amistad contra todo. Nos hemos peleado aún la una con la otra por el bien de nuestra amistad.

¡Qué bueno fue sentarme y hacer la visita con mis tías como en viejos tiempos! Nada vale sentarse en la sala y sostener diez conversaciones al mismo tiempo. Estoy muy agradecida por haber tenido un día de re-conectar con tanta gente querida.

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Un paseo a pie y compras de mercado -- cuarto día en Guate.

Cuarto día en Guate., el día antes del Día de la Independencia y el peor día de tráfico en el país. ¡Definitivamente que las cosas cambian en 16 años! Nunca recuerdo que haya sido TAN MALO el tráfico. Esperaba visitas en la casa y habíamos planeado un brunch con mis ex compañeras del San Patricio asi que me quedé en la casa por si alguien llegaba. Ben se llevó a los niños a subir el Cerro de la Cruz.

La entrada al cerro estaba cerca de nuestra casa.

La entrada al cerro estaba cerca de nuestra casa.

Luego de que vimos que nadie iba a poder vencer el tráfico, salimos a caminar con dirección al mercado de artesanías.

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Leo pidió esta foto específicamente. Desde hacía ratos tenía pensada su pose y todo.

Leo pidió esta foto específicamente. Desde hacía ratos tenía pensada su pose y todo.

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Caminamos hasta el mercado y pasamos un buen rato ayudando a los niños a encontrar recuerditos. Recibieron unas cuantas lecciones de regateo con mi mamá. Una vez que nos habíamos gastado los fondos del día y teníamos los brazos llenos de recuerdos guatemaltecos empezamos a caminar de vuelta a casa. Karin quería que almorzáramos fuera y nos llevó a Quesos y Vinos, que ella ya conocía y nosotros no.


Mi galante esposo no desaprovechó la oportunidad de sacarme a bailar entre pedazos de pizza, conversación, los niños y sus necesidades… y la vida.

Mi galante esposo no desaprovechó la oportunidad de sacarme a bailar entre pedazos de pizza, conversación, los niños y sus necesidades… y la vida.

Encontrar mesa en este lugar fue como explorar un jardín secreto. A cada vuelta uno se encontraba otro espacio privado y tranquilo. Disfrutamos un aperitivo de quesos, pan con aceite de oliva, jamón, berenjena y aceitunas. Las pizzas chorreaban quesos frescos derretidos y la pasamos de maravilla conversando sobre la vida y recordando buenos momentos. También lloramos un poco con los relatos de Karin y sus recuerdos de este lugar, al que solían venir con Rogelio. ¡Era un hombre tan magnánimo! Se interrumpió el ensueño con el sonido de redoblantes y salimos al frente del restaurante donde vimos pasar un desfile de una banda escolar.
El resto del tiempo lo pasamos tranquilos en la casa, disfrutando de los niños jugando y de la compañía mutua. Los mayores terminaron la velada con juegos de Monopolio y la noche nos despidió con una tormenta eléctrica espectacular. Naturalmente, las fotos nunca le harán justicia, pero al menos con esta foto evocamos el recuerdo de lo que vimos.

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Tercer Día en Guate. — Un servicio de jóvenes

Al igual que el día anterior, la noche del segundo día nos trajo huéspedes. Mi mejor amiga, Karin, llegó con sus dos hijos a pasar unos días con nosotros.

No nos habíamos visto en unos cuatro años (creo?). La última vez que nos habíamos visto fue cuando ella y su esposo (qepd), Rogelio, nos habían venido a ver cuando su hijo mayor tenía sólo 7 eses. En el curso de los dos años siguientes, Karin perdió a su esposo súbitamente y desde entonces se ha estado recuperando, y volviendo a encontrar sus alas. Hay muchas cosas difíciles de vivir lejos de la familia —de la familia con quien uno creció. Aunque es cierto que sin duda alguna perder seres queridos es sumamente duro, uno de los procesos más difíciles que he experimentado viviendo lejos ha sido continuamente la pérdida del esposo de Karin. No puedo empezar a explicar lo devastadora que es la incapacidad de estar allí para apoyar y ayudar a alguien tan cercana y tan querida en un momento tan difícil y terrible. Yo estuve allí cuando falleció su papá. La serví, la cuidé, traté de ayudarla. Esta vez no pude hacer ninguna de esas cosas y su duelo era mucho más cruel. Desde ese horrible día en que Rogelio murió, me he puesto a su disposición por teléfono. Nunca le he dejado de contestar sus llamadas para al menos escucharla cuando necesita hablar de su dolor, de su proceso de aprender a vivir con su ausencia. Pero aún eso se siente tan poco, tan insignificante, ante una pena y necesidad tan grande. Pero DIOS… en Él he confiado su cuidado y lo poquito de ayuda que le he podido dar escuchándola en silencio, llorando con ella y algunas veces tratando de exhortarla. Verla era una de mis prioridades en este viaje.

Entre que bajaba niños somnolientos y todo su arsenal del carro, paramos, nos abrazamos a media calle y lloramos. Por unos pocos segundos el mundo se detuvo. Pero como la vida con hijos nunca se detiene por mucho tiempo, rápidamente nuestros hijos correspondientes nos separaron y seguimos con la descarga de equipaje. La vida sigue. En ese corto momento logramos comunicar mucho más de lo que a veces se puede decir con palabras y luego nos entregamos a la vida —a las vidas— que nos rodean.

La mañana siguiente salimos a desayunar al “Tenedor del Cerro” un lugar lindísimo. Ya habíamos visitado este lugar hacía seis años con el esposo de Karin, todavía estaba en construcción pero prometía ser espectacular. Las vistas son increíbles, la comida exquisita y hay arte en exhibición para donde uno mire en este complejo de belleza natural. ¡Tristemente, se nos olvidó la cámara ese día!! Y con la situación del tráfico en Guate y el principio del feriado (para esto era ya el 13 de septiembre), sabíamos que tendríamos que salir rápido para llegar a la iglesia a tiempo esa noche. No logramos explorar el lugar y nos fuimos con la esperanza de regresar otro día.

Pasamos a la casa a cambiarnos de ropa y volvimos a cargar el carro para irnos a la capital y a la iglesia. Nos habrá tomado una hora y media (?) llegar a la iglesia. Estacionamos y de la iglesia nos hicieron favor de llevarnos al Centro Comercial Eskala a pasar la tarde. Esa noche me habían invitado a compartir con los jóvenes en la iglesia. Vitrineamos un rato, comimos y luego nos recogieron para llevarnos de vuelta a la iglesia en tiempo para el servicio.

Los chiquitos se fueron a sus programas correspondientes. Leo y Victoria quedaron juntos con Chris e Iker (los hijos de Karin), Giselle y Benny quedaron juntos también. A Elena y Adriana les habría correspondido ir a jóvenes, así que ellas se quedaron con nosotros, al igual que Sebastián.

Los jóvenes - JUVELIM - se reunen en otro edificio en la propiedad de la Iglesia.

Los jóvenes - JUVELIM - se reunen en otro edificio en la propiedad de la Iglesia.

Para quienes no lo saben, la iglesia en que crecí es bastante grande. En el auditorio cabrán unas 3,000 (?) personas. Hay servicios los martes, los viernes y tres servicios los domingos, uno a las 8:00, otro a las 10:30 y el último a las 6:00 p.m. La iglesia tiene también un colegio, un hogar para ancianos y otros ministerios de alcance y servicio a la comunidad.

Algunos de los jóvenes en ese servicio en que estuve, son hijos de mis amigos de mi tiempo en jóvenes. ¡¡Qué increíble!!

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Al final del día, los niños, que habían estado un poco renuentes a participar en sus programas se lo pasaron de maravilla y Benny y Giselle, en especial, esperaban poder reconectar con su maestra favorita, Ana Lucía. Más aún cuando se enteraron que sus papás son amigos muy queridos y que yo la cuidé a ella un fin de semana mientras sus papás ministraban en un retiro de matrimonios cuando ella tenía menos de un año. ¡Sin mencionar que ahora tiene 24 años!!

¡Fue un honor estar allí y compartir con este grupo de jóvenes y estoy muy agradecida por la oportunidad!

Regresamos a la casa tarde después del servicio y descansamos.

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Un carro, un tour de una fábrica y el peor súper -- Día 2 en Antigua

Primero quiero aclarar que no creo que vaya a escribir un blog por cada día de viaje. ¡No los quiero abrumar con la idea de que tendrán que leer un libro! Supongo que algunos de los días los agruparé para resumir. Gracias por seguir nuestra aventura. Compartir con ustedes estos días me da la oportunidad de revivirlos y los deja fijos en algo más permanente que mi memoria.

Olvidé mencionar ayer que mi hermano, Jonathan, se trajo a mi papá esa noche para quedarse con nosotros. Recibimos el segundo día en Antigua con mi papá en casa.

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Un corto cambio de tema: Cuando recién llegamos a Guate. quise preparar a todos a que no echaran el papel toilet al inodoro, ya ni me acuerdo de dónde exactamente fue, creo que tal vez fue en el aeropuerto. Estaba a media explicación, diciéndoles cómo las tuberías en Guate no están hechas para eso, etc., cuando Leo me interrumpe con exuberancia extática y dice: “¿O sea que no nos tenemos que limpiar???!!!” ¡Sólo a este mi gordo se le pudo haber ocurrido¡ ¡Nada como la honestidad de un niño de 6 años para mantenerlo entretenido a uno.

El segundo día fue un día común y corriente, de cierta forma y a la vez uno de los más… ¿interesantes? del viaje.

La mañana la pasamos tranquilos esperando a Ben y a mi hermano, Jonathan, que habían ido a la capital a recoger el microbús que alquilamos. Seguro que más adelante encontraré una foto para enseñarle a quienes no lo hayan visto. Entre desempacar y acomodarnos, todos encontramos algo qué hacer. Los niños exploraron la casa y experimentaron con la cámara.

Por aquello de que allá no se puede tomar agua del chorro y de que nos terminamos muy rápido lo que quedaba en el garrafón de la casa, teníamos que ver cómo resolvíamos lo del agua. En la casa hay una ama de llaves que, como la casa tenía mucho de no alquilarse, no había tenido necesidad de comprar más garrafones de agua y no sabía cuándo pasaría de nuevo el camión. A propósito de esta ama de llaves, se llama Sonia y es una joven muy dulce y amable, nos atendió de maravilla y “venía con la casa”. Las palabras expresas de la dueña fue que Sonia estaba allí para recibirnos y hacernos sentir en casa y vaya si no lo hizo.

A mi brillante hermano, Jonathan, que ha trabajado muy de cerca con Ecofiltro, se le ocurrió que podríamos prestar uno para que nos sirviera durante nuestra estadía. No solamente nos prestaron el filtro, sino que también nos permitieron hacer un tour de la fábrica dirigido por mi hermano. Si no están familiarizados con los filtros, el resumen es que este señor buscaba un medio de proveer agua limpia para tomar en pueblos y aldeas de necesidad. Literalmente se puso a jugar con lodo y aserrín y formó un barro al que le mezcló carbón y le dio forma de contenedores. Los contenedores los hizo de forma que cupieran dentro de las cubetas de plástico de 5 galones, las baño en plata coloidal, les puso un dispensador y listo. Estos filtros purifican agua de cualquier fuente y se pueden llevar a cualquier lado. Para financiamiento empezaron a trabajar y promover para venta otros materiales como peltre, barro y cerámica. Seguramente los habrán visto ya, si no han comprado uno y siguen comprando Salvavidas o Scandia, les recomiendo que inviertan en el filtro. Mi otro hermano, Josué, se nos unió en esta excursión.

A propósito, si no conocen a mis hermanos y les interesa distinguirlos, hay dos formas en que mis hijos pequeños lo hicieron durante todo el viaje: Victoria preguntaba “Mami, ese el el claro o el oscuro” (El “claro” es Josué y es 7 años menos que yo, el “oscuro” es Jonathan y es 10 años menor que yo). Leo preguntaba, “Mami, ese es el “cool guy” o el chistoso?” (En este caso, el “cool guy” sería Jonathan (cuyo segundo nombre -dicho sea de paso- es Leonidas, como mi papá y como Leo y que mi Leo no sabía que compartían nombre cuando se identificó más con él que con Josué).

Del súper, pues qué les diré… excepto que no fue nuestro mejor día. Para empezar yo nunca había hecho un súper para mi familia en Guate porque nunca nos habíamos hospedado en nuestra propia casa, además, JAMAS había comprado en La Torre (¡aunque ud. no lo crea!) — recuérdense que yo no fui ama de casa de soltera. Yo soy una criatura de hábitos y rutinas, encontrarme de repente en un supermercado completamente extraño, sin lista y sin la menor idea de qué íbamos a estar haciendo en los próximos días de la semana y encima tratando de convertir todo a Dólares para ver si era buen precio, me resultó abrumador. La mente se me congeló. Podemos agregar a la ecuación un mal entendido entre Ben y yo en cuanto a la dichosa lista de súper (Ben creyó que yo la iba a hacer mientras él recogía el carro, yo… no sé qué pensé, pero claramente no la hice). En un día normal, esto habría sido fácil de resolver. Tomó toda una serie de discusiones, mal entendidos por parte de todos; mis papás que no entendían nuestra discusión; los niños a quienes se les dijo que escogieran una caja de cereal cada uno y -sin saberlo- cada uno escogió la caja de cereal más cara del universo, pues… ya se imaginarán. Baste decir que al llegar a la casa hubo que tener una reunión de la Levendusky Nation y se intercambiaron numerosas disculpas. ¡Si le preguntan a mis hijos cuál fue el momento que menos les agradó del viaje, estoy segura que dirán en unísono que fue la ida al supermercado! Al final del día nos logramos poner de acuerdo en la cena de esa noche y nos fuimos con todos los ingredientes necesarios para prepararla.

Pero como no solamente servimos y amamos a un Dios maravilloso —que nos ama y sirve aún más a nosotros— y que todo lo redime para Su gloria, el día no terminó en una nota triste o de frustración sino que pudimos darle la vuelta completamente. Terminamos el día con una cena familiar con mis papás y mis dos hermanos compartiendo nuestra mesa. Habría sido muy probablemente más de 6 años (¿?) de que eso había sucedido y no se volvió a dar durante el resto del viaje. ¡Siempre atesoraré los momentos que compartimos esa noche!

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El Primer Día

La primera mañana en Guatemala nos encontró en Antigua. A ustedes, mis queridos chapines, no necesito explicarles la ubicación, historia y descripción de Antigua. Todos ustedes están tan familiarizados con esa joya de nuestra cultura como yo y probablemente hasta tengan más información. Así que para ustedes van las fotos de la casa donde nos hospedamos y del resto de nuestro primer día en Antigua Guatemala.

Anoche no mencioné que mi mamá ya tenía hechas sus maletas desde la noche que llegamos y se vino a la Antigua con nosotros.  Intencionalmente buscamos una casa con suficiente espacio para hospedar a quienes quisieran quedarse a dormir con nosotros.

Anoche no mencioné que mi mamá ya tenía hechas sus maletas desde la noche que llegamos y se vino a la Antigua con nosotros. Intencionalmente buscamos una casa con suficiente espacio para hospedar a quienes quisieran quedarse a dormir con nosotros.

La casa muy linda, tenía cuatro dormitorios con camas para hasta 12 personas. Fue una experiencia especial para mi familia quedarse en este tipo de casa colonial. Como es de imaginarse, aquí con los inviernos que vivimos, un jardín en el centro de la casa y dormitorios cuyas puertas se abren al aire libre del jardín son imposibles. La casa nos acomodó re bien y aunque no tuvimos todos los cuartos llenos todo el tiempo, sí logramos recibir visitas y hospedarlos con nosotros oportunamente.

Arriba, a la derecha de las gradas: la cocina.  A la izquierda, la entrada angosta es la lavandería y la entrada ancha es el garage.  A la izquierda del garage, el baño de visitas seguido del comedor y la sala.

Arriba, a la derecha de las gradas: la cocina. A la izquierda, la entrada angosta es la lavandería y la entrada ancha es el garage. A la izquierda del garage, el baño de visitas seguido del comedor y la sala.

Una peculiaridad de la casa en que nos hospedamos fue que al entrar por el garage, como es de esperarse, uno entra a las áreas comunes de la casa: sala, comedor, baño de visitas, cocina y lavandería. Pero al bajar las gradas estaba el jardín rodeado de los dormitorios.

Los balcones le proporcionaron muchos ratos de diversión a los niños.

Los balcones le proporcionaron muchos ratos de diversión a los niños.

El comedor

El comedor

La sala

La sala

Vista de un extremo de la sala hacia el balcón

Vista de un extremo de la sala hacia el balcón

Vista de la sala del extremo opuesto al de la foto anterior.

Vista de la sala del extremo opuesto al de la foto anterior.

Vista al jardín de los dormitorios

Vista al jardín de los dormitorios

Este fue el dormitorio de los cuatro más pequeños.  Les encantaba cerrar la puerta, abrir la ventana y jugar de que vendían helados.

Este fue el dormitorio de los cuatro más pequeños. Les encantaba cerrar la puerta, abrir la ventana y jugar de que vendían helados.

Nunca averiguamos si la fuente servía o no, pero eso no impidió que mis hijos se dieran la grande jugando en ella después de cada aguacero.

Nunca averiguamos si la fuente servía o no, pero eso no impidió que mis hijos se dieran la grande jugando en ella después de cada aguacero.

Luego de una lenta mañana tratando de recuperarnos un poco del viaje del día anterior, salimos a dar una vuelta por Antigua. Mi mamá tenía la intención que que experimentáramos un viaje en Tuc Tuc. He aquí nuestra primera experiencia:

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Para Sebastián fue increíble.

Para Sebastián fue increíble.

Sarita se convirtió rápidamente en nuestra mejor amiga. Cada vez que salimos a caminar y los niños empezaban a quejarse de cansancio y aburrimiento, Sarita nos salvó el día. Los niños encantados de comer helado y yo me di gusto comiendo helado de Atol de Elote y Horchata.

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Increíblemente, fue difícil acostumbrarnos al cambio de hora aunque fue solamente de dos horas. Los niños pequeños, en especial, se estuvieron despertando a las 4 de la mañana durante la primera semana y días. Así que no fue mucha la aventura de ese primer día. Luego de caminar medio pueblo en busca de La Bodegona, nos retiramos a seguir descansando y anticipar las aventuras por venir.

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Un Mes de Aventura

Hace ya poco más de un mes que nos embarcamos en una aventura como familia. Empacamos nuestras maletas y salimos con rumbo a mi tierra natal. La tierra que ama mi corazón y que nunca habría dejado de no haber sido por el llamado al matrimonio y a ser madre que hoy me tiene aquí. Hacía 6 años que no visitábamos y estábamos emocionados anticipando la visita.

Ya estamos de vuelta. Estoy feliz de estar en casa y triste de haberme ido. Hace algunos años no me habría concedido la dualidad de emociones. Siempre pensé que sentir una automáticamente cancelaba a la otra y no se me hacía justo estar feliz en honor a quienes dejaba atrás, pero tampoco se me hacía justo estar triste en honor a quienes viajaban conmigo. Ahora estoy muy agradecida de poder comprender que ambas emociones son igualmente válidas y posibles.

Me aseguré de que todos tuvieran un diario de viaje donde procesar y registrar sus recuerdos, lo gracioso es que olvidé llevar uno para mí. La verdad es que aun si hubiera tenido uno, no creo haber tenido tiempo de procesar y escribir. Cuando Ben y los niños tenían la oportunidad de refundirse en algún rincón a leer o a escribir, yo estaba sacándole el jugo a cada minuto de visita que pude. Así que me toca ahora, procesar mis recuerdos antes de que las pocas neuronas que me quedan se ocupen tanto con la vida que se olviden de los bellos momentos que vivimos. Permanezcan en sintonía, si les interesan las vivencias de nuestra aventura.

La noche antes de salir, un amigo nuestro vino a quedarse a dormir para llevarnos en la madrugada a Montreal. Aunque vivimos en Nueva York, resulta que el aeropuerto de Montreal nos queda mucho más cercano que el de Syracuse u otras ciudades norteamericanas. A las 4 de la mañana salimos con rumbo a Canadá, al aeropuerto de Montreal. En la chequeada nos fue bien, aunque fue un tanto largo. Pasar por seguridad también fue muy fluido y la gente en el aeropuerto, muy amable y sorprendida del tamaño de nuestra familia. Nos acomodamos en la sala previos a abordar, comimos croissants que Ben compró y esperamos paciente y ansiosamente la llamada de abordaje.

No fue sino hasta escuchar dicha llamada y formarnos en línea cuando nos dimos cuenta de lo nerviosos que algunos iban. Pero nos acomodamos y logramos que el despegue fuera una experiencia tranquila para todos. Sin embargo, sin duda la mezcla de nervios y la tendencia a mareos le jugaron a Benny una mala pasada y el pobre vomitó 7 veces en el vuelo de 6 horas. Aterrizando en México y anticipando una oportunidad de comer, descansar y darle un respiro a Benny salimos del área de llegadas internacionales a toparnos con la locura que es migración. Creo que se deberá a las remodelaciones que parece que le están haciendo al aeropuerto, pero el asunto era una locura. Las líneas enormes y muy poca ayuda para los viajeros. De allí que llegáramos a la ventanilla con los 9 formularios de migración dentro de los 9 pasaportes sólo para que nos dijeran que estaban incompletos y que nos mandaran de nuevo al principio de la línea. Con niños cansados, hambrientos y un Benny deshidratado y desanimado, buscamos un espacio donde trabajar y Elena y Adriana me ayudaron a terminar los formularios. Luego, en lugar de irme al final de la fila como me indicaron, me colé (¡no juzguen a una madre de 7 niños hambrientos!). Pasar por seguridad fue otro circo, pero lo logramos y caminamos las 75 puertas de abordaje hasta llegar a la que nos correspondía.

Benny todavía vomitó otras dos veces pero logró descansar un rato antes de abordar el siguiente avión.

Benny todavía vomitó otras dos veces pero logró descansar un rato antes de abordar el siguiente avión.

Comimos algunas de las cosas que llevábamos empacadas y pacientemente esperamos la llamada a abordar el siguiente avión.

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Elena ofreció sentarse con Sebastián en el siguiente vuelo para que yo pudiera sentarme con Benny y ayudarlo ya que se sentía tan mal. Adriana se sentó con Victoria, Giselle y Leo se sentaron juntos y Ben fue el único que se sentó a la par de un extraño. Nuestros asientos eran los últimos del avión y al final eso resultó ser de bendición. Benny logró dormir el vuelo completo, pero fue a Leo a quien le tocó vomitar un par de veces en este avión. Giselle manejó la situación con la mano en la cintura y lo ayudó y se quedó sentada a la par de él cuidándolo. Leo, por su parte, estaba demasiado emocionado como para dejar que se le arruinara la experiencia y siguió tan fresco y tranquilo como si nada hubiera pasado.

El conductor que contratamos fue un señor de lo más encantador, cristiano y de buen corazón. No sólo recogió a mi mamá camino al aeropuerto para que ella pudiera recibirnos sino que nos pasó a la casa de mis papás un rato antes de llevarnos a la Antigua. Pude saludar a mi papá esa misma noche.

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Cuando yo era pequeña mi Mamita, la mamá de mi mamá, vivió con nosotros durante temporadas y compartía mi cuarto. Uno de los anhelos de mi corazón conforme los años han ido pasando y ella lentamente va entrando en sus últimos días era poder irme a acostar en su cama como cuando era niña. ¡Fue el deleite de mi alma poder hacerlo!

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Ella disfrutó conociendo a todos mis hijos. Yo disfruté dándole la sorpresa de que tengo siete hijos cada vez que nos vimos. Cada vez me hizo la misma pregunta y tuvo la misma reacción y me dio tanta risa.

Luego de comer un poco, nos encaminamos en el viaje de hora y media hacia Antigua. Habremos llegado tipo 9:30 quizás y para cuando habríamos desempacado lo suficiente para acostarnos a dormir eran ya las 11 en hora local. Eso quiere decir que para nuestros cuerpos cansados era ya la 1 de la mañana. Sin lugar a dudas fue el día más largo que hemos vivido como familia.

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