Visitas de la familia -- Quinto Día en Guate

Quinto día - el Día de la Independencia - fue domingo. Nos quedamos en la casa dándole descanso a los cuerpos. ¡Es sorprendente cómo sólo dos horas de diferencia pueden afectar el cuerpo y el horario tan drásticamente! Para estas alturas del viaje, los 3 ó 4 más pequeños se estaban despertando a las 4 de la mañana.

Ben se escapó para visitar una Iglesia en Antigua. Tuvo una experiencia interesante porque era un servicio completamente bilingüe. Dice que cantaban un verso de una canción en español y después lo cantaban en inglés. El mensaje también fue compartido con intérprete y la iglesia sin duda tiene la prioridad de estar enfocada a visitantes extranjeros. Fue una bonita experiencia para Ben. Llegar a la iglesia, sin embargo, fue otra historia. Dijo que literalmente se quedó trabado en un grupo de gente sin poder moverse para ningún lado.

Mientras Ben estaba ocupado navegando un mar de gente, yo hice la visita con familia y amigas.

Tres de las hermanas de mi papá, una de mis primas con su hijo, y mi amiga Paula con su mamá me llegaron a ver ese día.

Tres de las hermanas de mi papá, una de mis primas con su hijo, y mi amiga Paula con su mamá me llegaron a ver ese día.

Mis tías, mi prima, su hijo, uno de los hijos de Karin, mis papás y nosotros.

Mis tías, mi prima, su hijo, uno de los hijos de Karin, mis papás y nosotros.

Mi mamá

Mi mamá

Iker, haciéndole honor a su nombre.

Iker, haciéndole honor a su nombre.

La tía Mariel y Victoria

La tía Mariel y Victoria

Nota cultural: aquí en Estados Unidos la familia no se relaciona como en América Latina. Los primos hermanos son sólo primos, y los hijos de los primos, que nosotros consideramos sobrinos, aquí son “segundos primos”. Ninguno de los hijos de los primos de Ben se dirige a él como tío porque se consideran primos. De allí que a menos que los papás de uno tengan varios hermanos y hermanas, las familias no tienen tantos tíos y tías como nosotros.

La tía Mariel, su hijo Cristian y Victoria

La tía Mariel, su hijo Cristian y Victoria

He oído decir que los primos son los primeros amigos que se tienen. En este caso, cabe bien decir que Mariel fue mi primera amiga. Tenemos la misma edad. Yo nací en enero y ella en octubre del mismo año, pero ella iba un año atrás en el colegio. Crecimos juntas. Viajamos en avión por primera vez juntas. Por años pasamos los sábados juntas aplanando Peri Roosevelt o Megacentro, viendo películas, o pasando el rato. Escuchamos, cantamos y bailamos la música de los New Kids on the Block, de Menudo, de Flans, Pandora, Luis Miguel y Timbiriche por nombrar algunos. Nos graduamos del mismo colegio e hicimos las prácticas en la misma oficina (con un año de diferencia - así que prácticamente yo fui su jefe, ja,ja,ja!). Es una mujer bella y la aprecio muchísimo.

Mi mamá y mi tía Giselle, la tocaya de mi Giselle.

Mi mamá y mi tía Giselle, la tocaya de mi Giselle.

De todas mis tías, creo que he tenido la relación más cercana con mi Tía Giselle porque vivió a la par de nosotros por varios años. Mi Tía Giselle es una mujer buena y generosa. Siempre está dando su tiempo, sus habilidades y sus recursos a la gente que ama. Es muy talentosa y creativa y siempre está haciendo más de alguna manualidad. Con los años ha hecho tarjetas para vender, decoraciones y cuanta cosa se le ocurre. Si alguien la necesita, siempre está dispuesta, a cocinar, a cuidar niños, a escuchar, a hablar o sencillamente a acompañar en tiempo de necesidad. Mi Tía Giselle nunca juzga una necesidad, si uno la necesita sólo para que la acompañe a uno al súper, allí está, siempre dispuesta.

Conversando con mi amiga Paula y Doña Julie, su mamá.

Conversando con mi amiga Paula y Doña Julie, su mamá.

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Cuando entramos al San Patricio y el Secretariado todavía estaba de moda, todas éramos nuevas, recién transferidas de los distintos colegios donde muy probablemente habíamos hecho toda la primaria y los básicos. Entre las 19 que habíamos en la clase estaba Paula. No creo haber llegado a saber por qué sólo hizo Cuarto con nosotras y luego se pasó a otro colegio, pero hemos permanecido en contacto y con los años ella se ha vuelto la “coordinadora social” de la clase.

Actualmente trabaja como agente de viajes y se ha encargado de nuestras necesidades de boletos en los últimos años. Sea que hayamos traído a mis papás acá o que hayamos ido nosotros allá, hemos comprado los boletos con ella. También fue ella quién nos encontró la casa donde nos quedamos en Antigua.

Recuerdo a los adultos decirnos de patojas que no hay amistades como las que se hacen en el colegio. Realmente nunca comprendí este dicho sino hasta ahora. Luego de veintitantos años cuando vuelvo a conectar con mis amigas del colegio realmente es como que el tiempo no pasó. Claro, la vida nos ha cambiado a todas, pero en lo profundo, seguimos como si nada. Tus amigas del colegio tienen un conocimiento más profundo de ti, de tu origen, de tu trayectoria y un respeto por hasta dónde la vida ha llevado a cada una. Existe un cariño profundo y leal. Aunque no mantengo una relación súper cercana con todas mis ex compañeras, estoy muy agradecida por cada una y en especial por las que hemos podido mantener cierta cercanía.

Mi tía Chata y su nieto, Cristian

Mi tía Chata y su nieto, Cristian

Es curioso como toda mi vida la he conocido como Tía Chata, pero su nombre es María Elena. No tengo ni idea de dónde le quedó el apodo de Chata pero para mí, ese ha sido su nombre siempre. Su única hija es María Elena. Mi Tía Chata fue quien me llevó en mi primer viaje a Estados Unidos. Iban a llevar a Mariel a Miami y no sé de quién habrá sido la idea de que yo fuera con ellos. A los 7 años de edad viajé con ellos a Miami y experimenté mi primer viaje internacional. También, gracias a que Mariel era hija única, la mayoría de las veces que fui a dormir a la casa de alguien, fue a la (impecable) casa de mi Tía Chata. Mi Tía Chata no habla mucho, pero también es una que le echa la pala a uno cuando y como puede. Cuando mi papá estaba enfermo y se rehusaba a ir al doctor, fue ella quien llegó a ayudar a mi mamá a llevarlo al doctor. Ella es su hermana mayor (mi papá tiene otros dos hermanos mayores que ella), así que hizo uso de esa autoridad para llevarlo al doctor. Eso fue cuando le dio cáncer de cólon (hace más de 20 años).

Antes de que existiera “Monica” de la serie Friends, existió mi Tía Chata. Siempre bromeábamos de que ella limpiaba el plato en el que uno estaba comiendo. Mi Tía Chata es de pocas palabras y a veces severa, pero es muy buena y tiene un lado dulce aunque no le guste admitirlo. También se está recuperando de una quebradura de tobillo hace unos meses. ¡Me dio tanto gusto verla después de ese su accidente!

Mi papá y su hermana menor, mi Tía Paty.

Mi papá y su hermana menor, mi Tía Paty.

Mi Tía Paty es la más pequeña de los 7 hijos en la familia de mi papá. Si tuviera que describirla con una palabra tendría que ser “alegre”. De ella aprendí pasos de baile cuando pasaba noches en su casa de chiquita. Siempre me pareció que tenía una personalidad muy llevadera y alegre. No pasé mucho tiempo con ella más adelante porque se pasaron a vivir al otro extremo de la ciudad, pero siempre que la vi fue alegre.

Mi Tía Paty es una mujer compasiva y siempre parece recibirle los golpes a la vida con gracia. Ella fue quien me ayudó a encontrar el jardín en donde nos casamos cuando estábamos buscando un lugar económico en la Antigua. Es justo decir que es el espíritu más libre de todas mis tías.

Tía Karin y Benny

Tía Karin y Benny

Como he dicho antes Karin ha sido mi amiga más cercana de la niñez. Vivimos a cuatro calles en la misma colonia. Quizás habrá sido la proximidad de nuestras casa, quizás el hecho de ser completamente distintas en personalidad, o quizás sencillamente fue el trato al que llegaron nuestros papás de que los papás de ella nos llevaban al colegio en las mañanas (San Patricio) y mis papás nos regresaban a la casa, pero por lo que fuera nos hicimos íntimas amigas. Ella ha llegado a ser la hermana que nunca tuve.

Sin lugar a dudas la vida y los años se han acuñado entre nosotras en ciertas épocas, pero el lazo que hicimos hace tanto tiempo siempre ha estado allí. Siempre dijimos que viviríamos cerca la una de la otra (…quién quita, nada está escrito en piedra), siempre dijimos que nuestros hijos llamarían Tía a la otra, a veces lo hacen, a veces no, pero entendemos que la familiaridad tiene mucho que ver en eso. Pero de todo lo que dijimos que haríamos, lo que sí hemos hecho las dos es que hemos peleado por esta amistad contra todo. Nos hemos peleado aún la una con la otra por el bien de nuestra amistad.

¡Qué bueno fue sentarme y hacer la visita con mis tías como en viejos tiempos! Nada vale sentarse en la sala y sostener diez conversaciones al mismo tiempo. Estoy muy agradecida por haber tenido un día de re-conectar con tanta gente querida.